Libro: The Eyes
Nunca se es demasiado joven para escribir.

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El Lago Lighwood
 
 
 
                Desperté un par de veces en medio de la noche debido a las pesadillas que tenía. Transpiraba mucho, en parte por las pesadillas, pero también era debido a que mi transformación se estaba completando. Mi cuerpo estaba pasando por una dolorosa etapa donde parecía estar en llamas, ni yo mismo me creía lo que ocurría, nunca pensé que fuera así de doloroso e incómodo.
 
                Giré mi cabeza para observar la hora que marcaba el reloj de mesa, ya casi eran las seis de la mañana. Gabriella, aun un poco dormida, me abrazó a la altura del pecho y acurrucó su cabeza en él, luego me preguntó si algo me ocurría. Los últimos días todo se había vuelto muy turbio, pero una de las cosas que más me afectaba era mentirle a Gabriella, siempre que le decía que todo estaría bien me sentía como un farsante. Disfruté su abrazo al máximo ya que podía ser uno de los últimos.
 
- Todo está bien, deberías seguir descansando – Después de decirle esto ella se levantó un poco y besó mi mejilla y en respuesta la abracé –
 
- Te amo – Dijo esta y luego se acurrucó en mi pecho de nuevo –
 
                Debido a que mi transformación estaba casi lista, traté de dormir para estar más relajado. Me era dificultoso, más no imposible.
 
 
 
 
                Una mano acarició mi cabello y luego sentí  un beso tibio en mis labios.
 
- Despierta tontín, Ryan quiere hablar contigo.
 
- Claro – Me senté en la orilla de la cama y un puntazo vino a mi cabeza - Puse mi mano sobre ella –
 
- ¡Ey! ¿Qué ocurre? – Se alarmó Gabriella, que a su vez puso su mano sobre mi hombro – Liann… Ya casi eres un…
 
-¿Vampiro? – Sabía que no mentía, cada vez sentía que algo me quemaba con mayor intensidad en mi interior, sabía que era efecto del veneno “infectando” cada parte de mi organismo –
 
-¡Ryan! – Lo llamó Gabriella y este solo tardó unos segundos en llegar a la recamara –
 
- Ryan, hay que adelantar el intercambio. Ya casi soy uno de ustedes – Ryan se quedó inmutado y se llevó las manos a la cabeza. De repente algo sucedió en mi cerebro, sentí un punzaso de mayor intensidad que el anterior, incluso me hizo caer de rodillas –
 
- ¡Liann! – Gabriella se puso a mi lado -
 
- Hay que hallar una solución a esto.
 
- ¿Conoces alguna forma de retrasar la transformación?  - Pregunté
 
- No que yo conozca… - Dijo Ryan con cara pensativa, sabía que bajo de ese rostro tranquilo había terror, y desesperación – No conozco nada que detenga al veneno de consumir la sangre humana.
 
                Esas palabras hicieron un “Click” en mi cabeza.
 
- ¿Y si me inyectas la sangre directamente en mis venas?
 
                Ryan me vio con emoción como si hubiera encontrado la solución, pero rápidamente se puso serio.
 
- No lo sé… Nada garantiza que funcione.
 
- Nada perdemos con intentar – Dije –
 
- De acuerdo vayan a la cocina, yo iré por el equipo – Dijo Ryan –
 
                Bajé con Gabriella a la cocina de manera pausada, y en cuanto llegamos a ella, Ryan ya se encontraba con todo lo necesario. Frente a este había una silla para que yo me sentara y lo hice.
 
- Como dije antes Liann, no te puedo asegurar que esto funcione.
 
- Lo sé, pero nada perdemos con intentarlo – Asentí, Ryan miró a Gabriella y esta también lo hizo -, intentémoslo.
 
                Pensé que Ryan había traído todo lo necesario, pero no era así. Faltaba la bolsa de sangre.
Este salió de la habitación sin decir nada.
 
- ¿Tiene miedo?
 
- ¿A qué te refieres Liann? – Dijo Gabriella –
 
- Por la sangre… Ryan tiene miedo de que yo haga algo para intentar beber la sangre que él traiga ¿Cierto? – Gabriella tardo un poco en responder –
 
- Parece que la transformación ya te ha hecho más ágil. Sí Liann, ambos estamos un poco nerviosos de como será tu reacción.
 
- Pero aun no ha terminado mi transformación…
 
- Sí, pero ya tienes muchas características de un vampiro, y si ya tienes esas es muy probable que ya quieras beber sangre – Iba a hablar pero llegó Ryan –
 
                En cuanto entró a la habitación un olor dulzón, y a la vez agrio, me abofeteó la cara. Debí haber hecho algún gesto porque Ryan se paró instantáneamente junto a Gabriella viéndola un poco nervioso. En cuanto vi la bolsa de sangre sentí ansias de beberla, era indescriptible, la garganta se me resecaba y las encías me ardían, tenía sed, sed de sangre. Mi cuerpo empezó a levantarse con rapidez de la silla pero Ryan fue aun más rápido, este le lanzó la bolsa a Gabriella y luego corrió hacia mí y me sujetó por el cuello haciendo que me sentara de nuevo. Me enfurecí inmensamente y pensé en atacarlo. Hice algo que, a mi parecer, fue estúpido y que nunca habría hecho en condiciones normales, mostré mis dientes en forma amenazadora, pero para mi sorpresa Ryan se sorprendió un poco.
 
- Maldición Liann ¿No podías contenerte la otra noche con Gabriella? – Dijo enojado, incluso así me dio un poco de pena, pero las ganas de beber de la bolsa eran mayores a cualquier sentimiento -
 
- ¡No es momento Ryan! – Lo regañó Gabriella, dejó la bolsa a un lado de ella y se acercó a mí, se arrodilló para colocarse a mi altura – Liann, por favor contrólate… ¿Crees que puedas hacerlo? – Traté de colaborar y no atacar a nadie, al final de una corta pausa asentí –
 
- Liann hay algo que no te he dicho sobre esta idea… - Arrugué la cara –
 
- ¿A qué te refieres?
 
- Cabe la posibilidad de que esa sangre – Señaló la bolsa -, empeore tu situación… Por lo general, beber sangre humana ayuda a acelerar el proceso de transformación, pero es cuando la bebes, nunca he escuchado de alguien que haya intentado atrasar la transformación inyectándosela directamente…
 
                Ahora no sabía si correr el riesgo, esto podía significar mas que la muerte de Caroline.
 
- No tenemos otra solución Ryan… Al final iremos de todas formas con Frank – Termine diciendo, y este en respuesta guardo silencio –
 
- Liann tienes que controlarte solo falta una hora o menos para que nos encontremos con Frank… - Dijo Gabriella -
 
- ¿Qué hora es?
 
- Te quedaste dormido, ahora solo es importante tratar de retrasarla solo un poco… - Observé por la ventana y noté que ya casi caía el atardecer – ¿Crees que puedas aguantar la sed de sangre y dejar que Ryan la inyecte?
 
- Claro… – Dudé de nuevo en mi respuesta –
 
                Ryan fue y cogió la bolsa e hizo derramar un poco de sangre en su dedo y se acercó a mí. A continuación, puso su mano frente a mi nariz y me hizo olerla, las fosas nasales me ardían, la garganta se me resecó aun más y las encías me quemaban como si estuvieran en fuego, incluso sentí que mis colmillos se alargaron un poco. Respiré hondo y traté de calmarme, pensé en Caroline y en que todo esto lo hacía para salvarla y pude olvidar casi el hecho de que tenía sangre a unos pocos centímetros de mí.
 
- Podrá soportarlo, ya aleja la sangre de su cara Ryan – Dijo Gabriella –
 
- Hazlo – Dije decidido –
 
                Ryan asintió y preparó todo para inyectarme la sangre. Conectó la manguera a la bolsa de sangre y en el otro extremo estaba la aguja. Gabriella se acercó y me dio un beso en la frente y luego sentí el punzaso en la parte superior de la mano, poco a poco sentía como fluía sangre nueva dentro de mí, escuchaba cada latido de mi corazón, y sentí que poco a poco mi sed se calmaba y que las encías se apagaban tan solo un poco.
 
- Está funcionando – Vi que Gabriella sonrió pero Ryan se mantuvo igual –
 
- Perfecto. Gabriella no permitas que se consuma más de la mitad de la bolsa, necesitamos que se transforme cuando estemos en el lago – Esta asintió y el salió de la habitación –
 
- ¿Crees que lo logremos?
 
- ¿A que te refieres? – Preguntó Gabriella –
 
- ¿Crees que logremos salvarnos todos?
 
- Por supuesto que si ¿Tú no?
 
- Claro que si – Mentí, no me atrevía a decirle la verdad –
 
                Cuando la bolsa de sangre llego a la mitad Gabriella sacó la aguja y dejó todo sobre la mesa, llamó a Ryan y este dijo que subiera a vestirme que era hora de partir. Subí las escaleras como si fuera la última vez que estaría allí y entré en la habitación de Gabriella, alguien había dejado ropa doblada sobre la cama la cual estaba acomodada. Me puse los jeans y en cuanto agarré la franela alguien abrió la puerta, pensé que era Gabriella pero no fue así.
 
- Quiero hablar contigo.
 
- Si, Gabriella lo había mencionado cuando me despertó, si vas a pedir disculpas por lo de mi hermana pues… - Me interrumpió –
 
- No es sobre tu hermana, y sé que puede que nunca me perdones por la decisión que tomé, pero quiero hablarte de otra cosa.
 
- Dime.
 
- Sé como te sentiste – Caminó lentamente y se paró frente a la ventana, su piel se veía un poco amarillenta debido al atardecer -, sé la tortura que es resistirte a beber sangre, también sé como te sentirás por no hacerlo, solo quiero que pienses en que cada vez que mates a un humano para beber su sangre estas destruyendo vidas Liann…  Le quitas un padre, una madre, o incluso un hijo a alguien. Nosotros somos monstruos Liann, no somos normales, y nadie merece pagar por eso… -Hizo una breve pausa - Si vas a matar a cualquiera asegúrate de que al menos se lo merezca. Sé que nosotros no somos quienes para juzgar quien vive o quien muere, que nosotros no somos “DIOS”, pero la verdad es que no creo en eso, y no conozco a ningún vampiro que lo haga… No creo en Dios, ni ninguno de nosotros lo hace, y no creo que tu seas la excepción. Después de esta maldición que todos llevamos no creo en nada de eso… – Hizo otra pausa corta, luego me miró directamente a los ojos - No mates si no es necesario Liann, créeme, no sabes como te sentirás después por ello, no querrás sentir tal culpa en ti – No sabía qué decir y Ryan lo percibía, así que solo salió de la habitación, pero antes de que este lo hiciera le hablé –
 
- Sálvala…  - Este se detuvo en seco - ¿Quieres que te perdone? Salva a Caroline – Este asintió y se fue -
 
                Aún sorprendido por la pequeña charla con Ryan, terminé de vestirme. Me puse una chaqueta de cuero encima y luego bajé las escaleras. Todo era muy fuerte para mí, el ambiente era tenso y sofocante, el silencio era agobiante y el pánico estaba plasmados en la cara de todos, bueno, solo en la mía y en la de Gabriella. Al bajar noté que ya los Growney estaban en la sala.
 
- Es hora Liann. Ve por las llaves del Mustang, las dejé en la cocina… Ya sabes como será todo.
 
                Al llegar a la cocina no tardé en ser abofeteado por ese olor exquisito, aquel olor por el cual mataría más pronto que nunca, aquella sensación por la cual cambiaría lo que fuese necesario, la bolsa de sangre estaba puesta sobre la mesa, y había goteado un poco a su alrededor. Toqué con la yema de mis dedos las gotas de sangre y las olfatee, abrí la boca y estaba a punto de lamer mis dedos cuando escuché unos pasos a mi espalda y escondí rápidamente la bolsa de sangre dentro de la solapa de mi chaqueta.
 
- ¿Qué haces Liann? – Preguntó Ryan, este corrió a toda velocidad al otro extremo de la cocina y me aventó las llaves – Hay que irnos.
 
                Salí junto a Ryan y entré a su carro. Lo encendí, pero antes de ponerlo en marcha, Gabriella se acercó a la ventanilla, la bajé y esta se abalanzo sobre mí como pudo y me abrazó.
 
- Pase lo que pase hoy, sabes que te amo – Dijo Gabriella –
 
- No lo hagas como si fuera una despedida, porque no lo es – Traté de calmarla y funcionó, lo noté en su mirada. Lástima que no tuvo el mismo efecto en mí –
 
                Iba a dar un paso hacia atrás pero olfateó algo y regreso hacia mí.
 
- ¿Qué pasa? – Pregunté un poco nervioso –
 
- Huele a sangre… Pero demasiado – Debía ser el aire del auto que me pegaba directamente al pecho y hacía que el olor de la bolsa en mi chaqueta se dispersara –
 
- Puede ser un efecto de mi transformación Gabriella, y el hecho de que estemos tratando de retrasarla.
 
- Eso no tiene sentido.
 
- Porque el hecho de que los vampiros existan lo tiene… - Dije sarcásticamente y en respuesta esta arrugó un poco la cara – Lo siento, son los nervios.
 
- Tranquilo – Ryan le hizo una señal con la mano – Es hora Liann. Suerte – Esta me beso y se fue tras Ryan a toda velocidad. Estuvo cerca –
 
                Puse en marcha el deportivo y conduje lo más rápido que pude, sabía donde quedaba el lago Lighwood, Ryan me lo había dicho cuando planeamos todo, comencé a pensar todas las consecuencias que traía el transformarme en vampiro, no podría seguir viendo a mi familia a menudo ya que nunca envejecería ¿Cómo afrontaría eso? La única que lo sabía era Caroline y estaba en peligro de muerte. No era momento para preocuparme de eso, así que traté de despejar mi mente, tenía abajo las ventanillas del carro así que respiré el aire exterior, la humedad estaba en el ambiente pero igual había sol. Conduje unos veinte minutos hacia el este y luego unos siete hacia el sur para luego desviarme por un camino antiguo. Paré el auto ya que el camino era fangoso y desde allí tendría que ir a pie, pero no bajé enseguida, me detuve a recordar cada momento que pasé con mi familia, cada momento que pasé con mis amigos y en como lo había menospreciado, ese sería mi pasado humano, un pasado que próximamente, si lograba sobrevivir a esto, no serviría de nada ya que mi futuro cambiaría mi vida radicalmente. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el olor de la sangre, la bolsa que cargaba dentro de mi chaqueta estaba comenzando a hacer efecto en mí, al parecer la transfusión de sangre no había ayudado en mucho. Saqué la bolsa de mi chaqueta y la contemplé momentáneamente, apenas humedecí la yema de mis dedos y los metí en mi boca para saborearlos, cerré los ojos y disfruté aquello, era la mejor sensación que había experimentado en toda mi vida, aquello era como tener una probada del cielo en mi boca. Abrí los ojos y me miré en el retrovisor, mis iris se habían tornado un poco más claros, y sabía que estaba pasando, me transformaba, no debía haber probado la sangre. Bajo un gran esfuerzo logré guardar la bolsa de sangre de nuevo en mi chaqueta, bajé del auto y comencé a caminar al lago, dejé muchos árboles atrás, la fauna era asombrosa en aquel bosque, incluso cerré mis ojos y agudicé mis oídos para ver que escuchaba, pero en vez de escuchar animales escuché como si lanzaran algo al agua, corrí en dirección al sonido, sabía que estaba cerca. Llegué rápido pero casi me tumbo al piso, aún no podía hacer esos esfuerzos físicos, aun no era un vampiro.
 
                Todos estaban allí de pie esperándome. Frank parado en medio de lo que anteriormente había sido un parque nacional, habían toboganes de metal, columpios y toda clase de cosas para divertir a un niño, pero todo estaba oxidado e irreparable, algunas cosas estaban rotas y astillas de metal oxidado salían de manera punzante de las atracciones, imaginé que antes aquel lugar había sido un hermoso sitio para acampar con tu familia, o ir de picnic. Katy estaba a la derecha de Frank y a la izquierda, a unos once metros de él, estaba Carl de pie a la orilla del lago, lanzando rocas para pasar el rato. Pero faltaba uno, luego noté que aquel muchacho rubio estaba arrecostado de un árbol con Caroline arrodillada a sus pies, estaba hinchada de tanto llorar, tenía moretones en todas partes, su camisa estaba rasgada y también se le veían las marcas de mordiscos que tenía en los brazos y en el cuello.
 
- Así que si tuviste las bolas de presentarte – Dijo Carl dando unos pasos para pararse junto a Frank el cual sonreía ampliamente –
 
- ¿Dónde está Ryan? – Preguntó Frank – Él era parte del trato.
 
- Ese trato es entre ustedes dos, no nos incumbe ni a mí, ni a Caroline.
 
- Modera tu tono jovencito, no se te olvide que aun tu hermanita está en mi manos – El muchacho rubio la jaló por los cabellos y esta grito de dolor, pero no tan fuerte ya que al parecer no le quedaban fuerzas para hacerlo -, tranquilo Jace no tienes por qué ser tan rudo – El muchacho rubio sonrió lo cual hizo que el fuego que sentía en mi interior se avivara, casi caigo en el suelo –
 
- Juro que si le pones un dedo encima yo… - Estaba jadeando –
 
- ¿Qué? ¿Lo matarás? – Dijo Frank – Me gustaría ver como lo intentas estúpido humano. Adelante Jace, provócalo – Jace sonrió espeluznantemente –
 
- Espera ¿Qué vas…? - Este quitó el cabello que tenía Caroline en el rostro y le besó la mejilla, ella se agitó pero él la hizo quedar inmóvil apretándola con una mano en ambas partes de la cara, luego dejó ver sus colmillos afilados y la mordió en el cuello - ¡No! – Grité a todo pulmón, el succionaba su sangre y la disfrutaba, quería matarlo, Caroline gritaba mi nombre una y otra vez, dejo ver todo el dolor que el maldito le causaba - ¡Basta! – El fuego en mi ardió como nunca, aquel grito desgarrador sacó lo que había retenido desde que llegué, aquel grito sonó más como el de un animal, las encías comenzaron a arderme, el punzaso en mi cabeza volvió y caí al suelo apoyándome de una rodilla para mantenerme de pie –
 
- ¿Qué diablos pasa aquí? – Dijo Frank, escuché como dio unos pasos hacia mí, levanté la cabeza y vi que Jace había soltado a Caroline y se había puesto de pie prestando mucha atención a la situación, agaché la cabeza sin fuerzas ya para levantarla –
 
                Frank se arrodilló ante mí, colocó su mano en mi barbilla para levantarme la cara y ver mi rostro. Este para mi sorpresa abrió los ojos como platos y luego se enfureció, su rostro era como el de un animal a punto de atacar.
 
- ¡¿Qué pasa aquí?! – Me sujetó por el cuello y me lanzó unos dos metros delante de él - ¿Desde cuando tú eres un vampiro Liann? – Casi gritaba, irradiaba terror, si alguien podía representar la muerte era él, su ojos se pusieron claros, se habían puesto amarillos, y con aquella cara de bestia no era una muy buena combinación - ¡La jugaste mal Sullivan, ahora tu hermana pagará por ello!
 
                Levanté la mirada sin fuerzas para gritar y vi a Jace quieto como una estatua, con los ojos abiertos como platos, tenía una mirada perdida.
 
- ¡Jace he dicho que la mates! – Este giró sobre sí mismo para ver a Jace –
 
                El muchacho rubio no hizo ningún gesto solo cayó hacia adelante y permaneció inerte en el suelo. Ryan estaba parado detrás de él sujetando en la mano algo rojo que manchaba toda su mano y antebrazo de sangre.
 
- No tenía muy buen corazón con las personas Frank, era mejor… Quitárselo.
 
 Soltó el corazón de Jace y antes de que cayera al piso Kate gritó maldiciéndolo y se abalanzo sobre él, pero desde el otro lado del lago una silueta saltó y cayó a sus espaldas tumbándola agresivamente, era Gabriella. Intentó arrancarle la cabeza a Katy pero esta la pateó haciéndola caer directamente en el lago, corrió hacia Ryan y este esquivó el intento de golpe y luego la empujó tan fuerte por el pecho que cayó junto a Frank.
 
- Muy estúpido de tu parte, Ryan – Dijo Frank - Ahora lamentablemente todos tendrán que morir – Este sonrió con malicia -
 
- Me gustará ver como fracasas.
 
                Traté de ponerme de pie y arrancarle el corazón al que pudiera ya que todos me daban la espalda, pero en cuanto intenté apoyarme me derrumbé en el suelo, estaba muriendo. No me había controlado y ahora la transformación me mataba, la vista se me comenzó a nublar, y en cuanto levanté la mirada vi que todos luchaban ferozmente, no volvería ver a ninguna de aquellas personas, todo había acabado. Cerré los ojos y recordé los primeros días de primaria de Caroline, en como la molestaban y como yo me reía de ello, luego tuve un recuerdo más presente, cuando ella llegaba a la Preparatoria de Neah Bay e hizo amigas en un abrir y cerrar de ojos, quería morir con el recuerdo de mi hermana en sus mejores momentos. Pero dos palabras vinieron a mi mente: “siempre juntos”, el recuerdo entró en mi cabeza por sí solo, estaba mi hermana tirada en una esquina del patio de recreo de su primer día de primaria, lloraba porque la molestaban por ser nueva, le decían que era fea y que no tendría amigos, y lo único que yo le dije es que yo siempre sería su amigo, y ella me miraba y me agarró la mano y me dijo aquello: “siempre juntos”.
 
                Mi mano se deslizó dentro de mi chaqueta y tomó algo plástico que tenía un contenido húmedo dentro, traté de acercarlo a mi boca lo más pronto posible y lo hice, bebí la mayor cantidad posible de sangre que pude, la bebí casi toda, y exprimí la bolsa tratando de dejarla seca. Las encías me ardieron un poco pero se comenzaron a calmar, el fuego en mí se había apagado, los punzasos en la cabeza se detuvieron y todo eso fue remplazado por la ira, una fuerza increíble me llenó e hizo que me colocara de pie, observé la situación rápidamente. Ryan se encontraba luchando con Frank, y Gabriella estaba rodeada por Katy y Carl. Era obvio a quien tenía que ayudar primero, así que corrí a toda velocidad hacia Carl y lo embestí como Gabriella me había hecho en aquel entrenamiento, quedé sobre él y noté que estaba un poco aturdido por el golpe, golpeé su rostro  unas cuantas veces y pareció quedar inconsciente, lo sujeté con ambas manos en la cabeza y rompí sus huesos del cuello. Me puse de pie y fui hasta donde Gabriella, la pelea estaba muy pareja ambas peleaban con rudeza aunque casi nunca ninguna acertaba un golpe, ambas eran rápidas y muy ágiles, pero la agarré desprevenida y la tomé por los hombros, pero esta fue aun mas rápida y se giró y me golpeó haciéndome volar unos cuantos metros de donde ella se encontraba. Gabriella aprovecho su descuido y le arrancó la cabeza de su cuerpo de un manotazo, le había golpeado la cabeza con la mano abierta, como una garra. Vi a Gabriella al rostro y esta tenía un rasguño en la cara y la misma era espeluznante, parecía un demonio, sus ojos eran amarillos y sus dientes afilados. Ambos nos miramos pero nunca relajamos las expresiones, supuse que yo me vería igual de espeluznante. Giré sobre mí mismo y vi que Frank le propinaba un golpe a Ryan y este caía, pero inmediatamente se puso de pie, Frank lo agarró y lo lanzó contra unos tubos metálicos que estaban enterrados en el suelo, uno de ellos tenía su extremo puntiagudo, en forma de hojilla, precisamente en ese tubo fue en donde paró el cuerpo de Ryan. Todo en ese momento se paralizó, Frank lo veía con satisfacción, Gabriella y yo teníamos los ojos abiertos como platos al igual que Ryan, el tubo le había atravesado la espalda y salía por su abdomen haciendo que derramara mucha sangre, Ryan intentó separarse pero se le hacia muy complicado.
 
- Estás muerto Ryan – Dijo este jadeando un poco -, ahora si me lo permites, te arrancaré el corazón – Dio un paso hacia Ryan pero este habló –
 
- Yo que tú… -Se le dificulto el habla - lo pensaría dos veces… antes de actuar.
 
                Frank giró su cabeza y nos observó a mí y luego a Gabriella, lo habíamos rodeado, estábamos en una especie de triángulo, lo único que fallaba en esa posición ofensiva era Ryan. Frank arrugó la cara, parecía que su cabeza iba a explotar, sus pupilas estaban en forma de rendija como las de un gato. Un grito de fondo me sorprendió, en realidad, nos sorprendió a todos.
 
- ¡Ey Sullivan! – Giré sobre mí mismo, era Carl, aun estaba con vida y estaba junto a Caroline rápidamente la tomó por el cuello y yo corrí en su dirección, lo iba a envestir cuando algo me sujeto por el cuello – Cuello por cuello– Vi como rompió el cuello de mi hermana y en el rostro de esta quedó dibujada una cara de sorpresa y dolor –
 
- ¡NO! – Grité, la mano que me agarraba se había aflojado pero aun me sujetaba, cuando giré note que era Frank y este estaba tieso con una garra en el aire, en su pecho tenía un bulto y luego se desplomó sobre sí mismo, Ryan le había enterrado el tubo oxidado en el corazón, vi que Gabriella estaba tumbada dos metros de donde estaba parada antes con un corte en la garganta, giré sobre mí mismo de nuevo pero era demasiado tarde, Carl había desaparecido. Corrí hacia el cuerpo de Caroline y me arrodillé ante ella, y la sostuve entre mis brazos, algo brotó en de mis ojos y se derramo por mi rostro, lloraba.
 
- No… Esto no es verdad – Hice una pausa -, por favor hermanita respóndeme – Le dí unas palmaditas con delicadeza en su mejilla para no lastimarla, pero no obtuve respuesta alguna - ¡Caroline despierta! – Una mano se posó sobre mi hombro –
 
- Liann…
 
- ¡Aun podemos transformarla Gabriella, podemos salvarla! – Dije desesperado, pero esta negó lentamente con la cabeza –
 
- Es muy tarde Liann – Aquellas palabras me hicieron sentir en mi pecho como si una bomba explotara dentro de él –
 
                Me puse de pie y corrí hacia Ryan y lo tomé de la franela y lo arrastré hacia Caroline.
 
- ¡Esto es tu culpa! ¡Que Caroline estuviera aquí es tu culpa! ¡Arréglalo! ¡Haz que despierte! – Le grité, pero este no respondió a nada de lo que le dije, tenía la mirada vacía y observaba a Caroline - ¡Te dije que la despiertes!  - Lo golpeé y este cayó unos metros más delante de mí, me puse sobre él y golpeé su cara numerosas veces, escuchaba que Gabriella gritaba de fondo pero no entendía que decía – Si no haces que despierte, morirás Ryan – Decía con las lágrimas resbalando por mi mejilla –
 
- Lo siento Liann.
 
- ¡NO ME DIGAS QUE LO SIENTES! – Golpeé  su rostro un par de veces más y este me vio a los ojos y arrugó la cara, como si viera a alguien extraño –
 
- ¡Basta! – Gabriella me tomó por los hombros y trató de quitarme de encima de Ryan pero yo la empujé y esta salió disparada de donde yo me hallaba - ¿Cómo es posible?
 
- ¡Liberó toda la fuerza! – Le gritó Ryan a Gabriella – ¡No te acerques, no lograrás nada, sus ojos ya están naranja!
 
- ¡Liann, por favor! No mates a Ryan – Me suplicó Gabriella con una voz que se quebraba – Él no se lo merece – Giré y la vi amenazadoramente -, Liann yo te amo, no me hagas esto… No me arrebates a alguien que es como mi hermano – Después de lo que dijo no pude hacerlo, solté su camisa y me levanté –
 
                Caminé lentamente hacia Caroline, me sequé algunas lágrimas que seguían en mis mejillas, me agaché y la cargue entre mis brazos como a una bebé y me puse de pie de nuevo. Giré para ver el rostro de Gabriella, pero esta se hallaba ayudando a levantar a Ryan. Al parecer mis golpes le habían ocasionado mucho más daño de lo que aparentaba, caminé hacia el bosque sin saber que haría y cuando regresé a mi mismo me fijé en que había corrido hasta adentrarme tanto a este que no sabia donde me hallaba. Me arrecosté de un árbol y acariciaba el pelo de mi hermana. La miré a los ojos y unas gotas cayeron sobre su rostro, volvía a llorar, no le hice caso a los comentarios anteriores de Gabriella y comencé a inyectar veneno por todo su cuerpo. Tenía que transformarla, tenía que al menos intentar salvarla… Pero nada resultó. El vacío que se abrió en mi pecho nunca lo había sentido, ni siquiera cuando pensé que Gabriella me olvidaría, ni cuando secuestraron a Caroline, ahora si sabía que ella había muerto y la tenía en mis brazos. Grité y lloré tanto como pude en el bosque, maldije al viento ya que sabía que nadie me escuchaba, quería estar a solas con mi hermana, nadie iba a poder quitar el dolor que llevaba por dentro.
 
 
 

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