Libro: The Eyes
Nunca se es demasiado joven para escribir.

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Rastros de Sangre
 
 
 
 
- No irás sola – Esta iba a refutar pero la vi con severidad -
 
- De acuerdo, solo permanece detrás de mi – Me limité a asentir -
 
- ¿Tienes la misma sensación que yo? – Pregunté a Gabriella -
 
- Sí – Contestó con seriedad -
 
            Al bajarme me percaté de que la doble puerta no se hallaba en un buen estado, una de ellas tenía el cristal roto y la otra estaba abierta. Había oscurecido, y los ruidos nocturnos eran aterradores, un escalofrío recorrió mi espalda y me dejo paralizado momentáneamente.
 
            Nos aproximábamos a la entrada, y la brisa soplaba un poco fuerte haciendo que la puerta que se hallaba abierta se moviera. Tenía miedo, y recordaba la escena de la historia que Fred me contó, en el estado en que encontró a su amada muerta en la sala. Al pensar en ello el pánico se apoderó de mí, mi corazón latió más fuerte y mi respiración se torno agitada. Subimos los escalones y entramos a la casa.
 
            La escena era espeluznante, el TV parecía haber explotado, los sofás volcados, y la foto de Fred con su prometida estaba rota. En las escaleras había rastros de sangre y vidrio, como si alguien hubiera caído por ellas y estuviera sangrando, había impactos de sangre en la pared y en un sofá, y en el pasillo a la cocina había unas cuantas gotas.
 
- Esto no puede estar pasando – Dijo Gabriella con un tono de voz alarmante y espeluznante, que hizo que el mundo me cayera encima - ¡FRED! – Gritó, y comenzó a subir las escaleras para buscarlo -
 
            Observé a Gabriella subir a toda velocidad, yo en cambio corrí a la cocina de inmediato, pero no me había preparado para aquello, pensé que me encontraría con cualquier cosa menos eso. Algunas sillas estaban rotas, y otras solo tiradas. De la mesa caían gotas de sangre, y sobre esta estaba Fred; Frank le tapaba la boca con la mano izquierda mientras enterraba un cuchillo grande en su pecho. Los ojos de Fred se abrieron como platos y Frank sonrió, y luego giró su cabeza para mirarme.
 
Frank hundió el cuchillo aun más, y luego lo quitó, lo observó y lo lanzó a un extremo de la cocina.
 
- Debería matarte – Sonreía de manera espeluznante, y su voz sonaba como un siseo, era escalofriante - pero aun no te toca chico.
 
Fred tenía moretones en su cara y la camisa estaba rasgada, en su pecho tenía el orificio causado por el cuchillo, sus piernas estaban suspendidas, pero su torso y todo lo demás estaban sobre la mesa, di unos dos pasos hacia atrás, y en ese instante pensé que moriría, el terror me invadió, no sabía si Frank dejaría ir aquella oportunidad. La respiración agitada de Fred era desesperante. Frank se llevó la mano al bolsillo y sacó una nota de papel muy bien doblada, la sostuvo con el dedo índice y el dedo medio, extendió su brazo y la dejo caer al suelo.
 
- ¡FRED! – Exclamó Gabriella a mis espaldas - ¡¿QUE LE HAS HECHO FRANK?! – Gabriella se agazapo para saltar sobre Frank, pero sabía que ella no tendría ninguna oportunidad -
 
            Me atravesé entre Frank y Gabriella.
 
- No te haré daño, mi vida – Dijo Frank con una sonrisa en la cara dirigiéndose a Gabriella, este tenía las manos y la ropa salpicada de sangre -
 
- ¡No me llames así! – Gritó Gabriella -
 
- Es mejor que te cuides las espaldas chico – Mostró sus dientes aterradores como los de una bestia y se largó de la habitación en un abrir y cerrar de ojos -
 
- ¡Fred! – Gabriella corrió hacia donde este se encontraba, aun no había muerto - Vamos Fred di algo, dime que estarás bien – Su llanto era inconsolable -
 
            Sus jadeos se hicieron más pausados hasta dejar de respirar y murió viendo los ojos de Gabriella, en la habitación solo era audible el llanto de Gabriella. Me hallaba impactado y no sabía como reaccionar, era una escena espeluznante, pero lo peor de aquello fue ver como murió mi amigo. Cuando por fin pude moverme, me acerqué para recoger la nota que Frank había dejado, la tomé y la guarde en mi bolsillo.
 
- Vámonos… ¡Larguémonos ahora! – Grité
 
- ¿Qué?  - Gabriella parecía haberse olvidado de mi presencia -
 
- Frank puede cambiar de opinión y volver, aquí no estamos seguros.
 
- ¡No dejaré el cuerpo de Fred! – Dijo-
 
- ¿Puedes traerlo?
 
            Gabriella no respondió y levantó el cuerpo de Fred, nos apresuramos a la camioneta, ella introdujo el cuerpo de nuestro amigo en los asientos traseros de forma horizontal, como si estuviera acostado. Aun no podía creer que Fred hubiera muerto, esperaba que este hablara en cualquier momento, pero sabía que no lo haría. Gabriella encendió el vehículo, ella se había montado en el asiento de piloto primero así que me senté en el puesto del copiloto. Gabriella arrancó a toda velocidad dejando la casa atrás.
 
- ¡Fred por favor di algo! – Decía Gabriella desesperada mientras miraba por el retrovisor en busca de señales de vida propinadas por Fred, pero no obtuvo respuesta alguna-
 
            Pensé en lo bien que estaba yendo todo, lo excelente que había sido ese día, y en lo brusco que pasó a ser la peor noche de mi vida.

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