Libro: The Eyes
Nunca se es demasiado joven para escribir.

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Rompiendo un Alma
 
 
 
 
            Me hallaba sentado en uno de los sofás que estaban en la sala de la casa de Gabriella y Ryan. Estaba enmudecido e inmóvil, había visto como moría un ser vivo de una de las maneras más espeluznantes posible. La puerta de una de las recamaras se abrió y salió Gabriella con la mirada clavada en el suelo, luego cruzó su mirada con la mía pero acto seguido la desvió, en sus ojos se mostraba el dolor puro. Aquellos ojos verdes claros hermosos se habían tornado oscuros y sin felicidad, no quedaba rastro de cariño en ellos.
 
            Cuando le iba hablar a Gabriella esta desvió su rumbo a la cocina, y yo preferí quedarme sentado en el sofá, pero fue cuestión de segundos que escuchara un sollozo proveniente de ella. Enseguida fui en busca de Grabriella.
 
Tan pronto la vi la abracé  y ella también lo hizo, con tal fuerza que creí que me rompería las costillas.
 
- Sabes que siempre estaré aquí Gabriella – Asintió y se secó las lágrimas -.
 
- No tienes idea de cómo te lo agradezco.
 
- ¿Cómo está Ryan? –Pregunté preocupado –.
 
- Devastado…
 
- ¿Crees que pueda hablar con él?
 
- No tengo idea – Dijo esta –.
 
- ¿Debería?
 
- No lo sé…
 
- Espera aquí un segundo.
 
            Gabriella asintió y yo me di media vuelta para ir a la recamara donde se hallaba Ryan, no toqué la puerta pero si la abrí con cautela.
 
- ¿Puedo? – Pregunté, pero no obtuve respuesta alguna así que decidí entrar de todas maneras –
 
            El cuarto era pequeño, parecía una oficina, tenía un escritorio, y frente a el había una silla, también había muchos papeles tirados por la habitación, como si alguien los hubiera lanzado, había un plasma pegado en la pared encendido, y muchos retratos antiguos de Ryan con su hermano, y al fondo de la habitación estaba Ryan de cara a la pared con sus manos extendidas hacia esta, como si quisiera empujarla.
 
- Sé que no nos llevamos del todo pero… - Me interrumpió, nunca me dejaba terminar de hablar, parecía costumbre –
 
- Lee la nota que está sobre el escritorio – Su voz sonaba fría, sin emoción alguna –
 
            Me acerqué a este y tomé el papel que Frank había tirado el cual le entregue a Ryan en cuanto llegamos; Ya se encontraba desdoblado y estaba impreso a máquina, por ende se podía leer sin dificultad, decía:
 
“No espero que me comprendas. Me cambiaste de manera rotunda por el traidor al cual llamas hermano, pero podemos estar tranquilos, si lees esto es porque ya me encargue de él.
 
Te tengo dos propuestas, la primera es que me entregues a ese muchacho Liann, quiero que seas tú el que lo entregue, pues sé que Gabriella no lo hará, y como cambio te ofrezco tu seguridad y la de Gabriella; Y la otra propuesta puedes tomarla solo si aceptas la primera, te propongo la unión de nuestras familias, dejemos el pasado atrás y volvamos a empezarlo todo, juntos tendremos el mundo a nuestros pies.
           
            Te daré una semana para pensarlo. Si aceptas mi propuesta, te espero en la vieja casa abandonada que se encuentra en el bosque, ya sabes a cual me refiero, estaré allí el lunes a las 4 pm.
 
            Recuerda algo Ryan, soy tan hermano tuyo como Fred, a fin de cuentas, no eran hermanos de sangre.
 
            Un gran abrazo de tu hermano Frank.”
 
            Me quedé paralizado, sabía que ocurriría, estaba seguro de que Ryan me entregaría y que no iba a cambiar de opinión. El precio de la seguridad de Gabriella y de la suya era mi vida, y dos personas valen más que una.
 
- Tranquilo, sé cual será tu decisión – Sabía que ese era mi destino, no había caído en cuenta de lo culpable que era de aquella situación hasta ese momento, si yo nunca hubiera aparecido en la vida de los Growney nada de esto estuviera pasando. Incluso yo estaba dispuesto al trato solo para asegurar la vida de Gabriella –
 
- ¿Cuál crees que será mi decisión? – Preguntó con voz seria -.
 
- Sé que elegirás la seguridad de Ga… - Me interrumpió, pero esta vez se giró para verme la cara –
 
- No dejaré que Frank tome más vidas Liann – Aquella respuesta me sorprendió - La solución no es entregarte… Nadie conoce a Frank como yo, es una bestia, es una maquina insaciable, siempre querrá más poder y cobrar más vidas inocentes… Hay que matarlo.
 
            Se hizo una pausa espeluznante.
 
- ¿Y si solo me entrego y ya?
 
- ¿Crees que es así de simple? No serás un héroe Liann – Sus palabras me irritaron -, solo conseguirás salvar la vida de Gabriella, pero ¿Cuántos más morirán después de ti? ¿Cuántos niños se quedarán sin padres? O ¿Cuántos padres se quedarán sin hijos?
 
- No me arriesgaré a que algo así le pase a Gabriella, Ryan – Dije alzando un poco la voz -. Ya viste lo que le pasó a Fred y él era mejor peleador que ella.
 
- ¡Creo que conozco a mi familia Liann! – Se había alterado un poco –
 
- ¡No sería capaz de vivir si le ocurre algo a Gabriella, y mucho menos si es por mi culpa! – Había alzado un poco más la voz y luego traté de relajarme, pero no me tranquilicé y como respuesta a esto me invadió el dolor y la tristeza, así que bajé la voz – No entenderías como me sentiría.
 
            Pensé que al bajar mi todo de voz Ryan también lo haría. Pero estaba equivocado, este se enfureció aún más.
 
- ¡¿Qué  no lo entendería Liann?! – Gritó Ryan a todo volumen - ¡Creo que no has captado la situación! – Su cara se tornó tenebrosa, daba terror con solo verla, este agarró el escritorio y lo aventó contra la pared opuesta y me señaló – ¡El que murió es MI hermano Liann, y todo por mi culpa! Cuando creí que hacía lo correcto al enviarte con él lo sentenciaba a muerte.
 
            No sabía que decir, me sentía culpable de todo aquello y me había arrepentido de haber entrado a la habitación; En ese instante alguien abrió la puerta del cuarto y entro.
 
- Nada es tu culpa Ryan – Dijo Gabriella con su mirada entristecida –
 
            No soportaba ver a Gabriella en aquel estado así que miré a Ryan, pero esto había sido peor, nunca me lo imaginé en aquel estado de ánimo, una lágrima brotó de su ojo derecho y su mirada oscura había pasado a ser muy clara, y sus ojos negros comenzaron a ponerse de una tonalidad amarillenta. Ryan se acercó a Gabriella y la abrazó, esta le devolvió el abrazo y me dijo que le diera un rato a solas con él.
 
- Ve al segundo piso y me esperas en el primer cuarto a la derecha – Me limité a asentir e irme –
 
            Subí las escaleras y traté de escuchar que decían, pero no se podía oír más que el silencio, era aterrador, tanta quietud en la casa hacía que el ambiente fuera aun peor. Se sentía en el ambiente el dolor y la tristeza del momento, no era para nada agradable. Entré al cuarto y me quité los zapatos, me senté en la orilla de la cama e intenté relajarme, pero me fue imposible, los sucesos ocurridos ese día marcarían mi vida para siempre, aunque no estaba seguro que tan larga sería mi vida después de haber conocido a unos vampiros. No soporté el agotamiento así que me tumbé en la cama y cerré los ojos, estaba agotado y no había logrado descansar nada. Era cerca de las dos de la mañana y el sueño me invadió, la cama era cómoda y tenía un delicioso olor, era la fragancia de Gabriella, aquello me relajó e hizo que callera dormido cuando menos lo esperaba.
 
            Era de noche y me encontraba parado frente a una casa de madera que tenía pinta de estar abandonada, la tenue luz de la luna alumbraba el césped y las ventanas de la casa, más no bastaba para ver el interior de esta. La quietud de aquella escena era aterradora, y solo se podía escuchar el silbido de la brisa. Frente a la puerta había un charco oscuro de una sustancia que parecía espesa, me acerqué a ella y me agaché para observarla mejor, toqué con el dedo índice el charco y al acercarlo a mi cara había descubierto que era. Levanté un poco la mirada, y al lado de este charco había un cuerpo tirado al cual no se le veía el rostro porque una maraña de pelos se lo cubría. Justo sobre su pecho alguien apoyaba su pie, subí aún más la mirada y vi el rostro de Frank, la luz de la luna lo hacía ver aún más pálido, se veía tan blanco como la tiza. El pánico me abordó y en mi intento de retirada tropecé y caí, quedé tumbado en el césped frente a él. Frank entró en la negrura de la casa, luego salió arrastrando un cuerpo que no había visto antes, era ancho y con poco cabello. Se agachó para tomar el cuerpo por el cuello de la camisa y arrastrar el otro que se hallaba tumbado al lado del charco de sangre para luego acercarse a mí.
 
- ¿Estos enclenques eran los que te mantenían con vida? – Esbozó una sonrisa, lanzó el cuerpo que tenía largo cabello a unos 3 metros de distancia con una facilidad increíble, luego levantó el otro por el cuello haciéndolo parecer que no pesaba nada, pero noté enseguida quien era ese cadáver. Cargaba a Ryan haciéndolo parecer totalmente inútil - ¿Ahora quién te ayudará? ¿Gabriella? – Se rió espeluznantemente – Ya me encargué de ella – Lo dijo en un susurro, pero aquellas palabras bastaron para que mi corazón latiera aún más rápido –
 
- ¡Gabriella! – Grité, me había despertado y me hallaba sudado –
 
            Frente a la cama había un sillón, del cual una silueta negra se paró y se sentó a mi lado rápidamente, pero con gran delicadeza. Gabriella puso su mano en mi cabello y me acarició.
 
- Fue un sueño Liann, tranquilo – Me besó - Estoy aquí.
 
            Me paré de la cama y fui al baño, lavé mi cara y me limpié un poco el sudor. Aun era de noche y no sabía la hora, además no me había percatado de que no llevaba camisa hasta que me vi en el espejo del baño. Regresé a la habitación y Gabriella seguía sentada en la cama.
 
- ¿Qué hora es? – Pregunté –
 
- Son las cuatro de la madrugada, deberías un dormir un poco más.
 
- Sí…
 
- En el sofá hay unos pantalones de dormir de Ryan, puedes usarlos si quieres.
 
- Gracias – Me acerqué, los tomé y me los puse - Me metí en la cama de nuevo para tratar de retomar el sueño, Gabriella también se acostó y me abrazó, sentí su fría piel debido a que aún estaba sin camisa, pero su exquisita fragancia me hizo dormir de nuevo.

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