Libro: The Eyes
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Sorpresa, Sorpresa

 

 

 

 

 

 

 

 

         Era frustrante el recuerdo de aquella muchacha, ya que de solo pensar en ella me daba algo en el estómago. Solo habían pasado cuatro días desde que la conocí y última vez que la vi, pero ya la quería como si fuera parte de mi vida. Tanta belleza no era real, tenía que ser ficticia, algo creado en libros o películas. Dudo mucho que en películas ya que no había mujer tan perfecta, pero ella era la exepción.

 

 

         Era miércoles, y me hallaba a punto de entrar a mi primera clase después de haber ido a la cafetería. Entré al laboratorio de química, el cual se hallaba casi vacío ya que aun no había sonado timbre. Así que aproveché para tomar uno de los últimos puestos, ya que no quería prestarle atención a mis clases, como de costumbre. Me senté y apoyé mis codos en la mesa y luego metí mi cabeza entre mis manos haciendo un poco de presión. De la nada, la habitación se llenó con un perfume exquisito, lo disfruté por unos segundos y subí la mirada.

 

 

         Tenía que estar soñando, eso no era real. Me tomé mi tiempo para detallar su perfección, vi su hermoso cabello rojizo, las curvaturas perfectamente hechas en su rostro, y esos ojos color verde manzana que reconocería a larga distancia. Eran esos ojos que uno nunca olvidaría, esos ojos que penetran en tu cuerpo y sientes su mirada misteriosa y fuerte, pero a la vez dulce e inofensiva. Era ella.

 

 

- ¡Sorpresa! – Dijo con su voz dulce y melodiosa – Guao, tampoco pensé que te sorprenderías tanto, quita esa cara de atónito – Dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras yo mantenía la boca un poco abierta debido a la sorpresa –

 

 

- ¿Cómo no sorprenderme? – Dije aun con la boca semiabierta – Es decir, tú… aquí… ¿Te cambiaste a esta preparatoria o qué?

 

 

- No – Dijo aun mostrando sus perfectos dientes blancos – Es solo que no había podido venir antes por problemas personales.

 

 

- Si, tranquila. Créeme que me di cuenta de que no te hallabas presente – Sentí que me había delatado con este comentario, así que rápidamente cambié de tema – A propósito, el sábado te fuiste muy deprisa y me dejaste con muchas palabras en la boca – Dije mientras ella tomaba asiento en la mesa que se encontraba junto a la mía, al parecer no trabajaría conmigo –

 

 

- ¿Si? ¿Cómo cuales? – Dijo mientras colocaba su cartera en el mesón y sacaba un cuaderno color rosa de contextura gruesa, pero muy femenino –

 

 

- Como por ejemplo… – Pensé por unos segundos – ¿Por qué te fuiste con ese apuro? O ¿Cómo rayos sabes mi nombre? Y ¿Por qué no me dijiste que estudiabas aquí, es decir, en el mismo sitio que yo?

 

 

- Hey, hey, calma Liann ¿Alguien te ha dicho que sirves para el FBI? – Dijo mientras dejaba ver otra perfecta sonrisa, se veía tan tierna cuando jugueteaba de esa manera. Su rostro era muy armonioso –

 

 

         Sonreí un poco.

 

 

- No, en serio…

 

 

- Bueno – Dijo lista para contestar mis preguntas – El porque me fui tiene que ver con mis problemas personales, tu sabes, es privado así que lo siento – Puse una cara de dolor al ver que no confiaba lo suficiente en mi –  No pongas esa cara, tonto. No creas que no te tengo confianza, si no que es muy personal, créeme – Dijo con una voz dulce en todo momento, parecía adivinar cada uno de mis pensamientos – Bueno, continuando con el tema. Tu nombre lo supe ya que estudiamos en el mismo colegio, así que, ¿Cómo no saberlo? Créeme, estos oídos escuchan todo.

 

 

- ¿Y como yo no sé el tuyo? – Dije, ya que para mí no resultaba tan obvio conocer a todos los del instituto –

 

 

- Dos cosas. Uno, recuerda que eres el nuevo, todos hablan de ti. Y dos, si sabes mi nombre, pero seguramente no me identificas – Dijo mientras se ponía de pie – Toma – tomó el cuaderno que había colocado sobre la mesa y luego lo extendió para que yo lo tomara  – Entrégaselo al Profesor Gallucci de mi parte.

 

 

- Claro que se lo entrego pero…– Al parecer, se iba y puse cara de sorprendido pero, a la vez, como si no me agradara la idea –

 

 

- ¿Si? – Dijo ya de pié, con su cartera puesta en su hombro derecho –

 

 

- ¿Por qué no te quedas? – Dije casi en suplicas –

 

 

- Me gustaría, pero tengo que salir, tu sabes pro… – No la deje terminar –

 

 

- Problemas personales, ya lo sé – Me hallaba desanimado – ¿Cuándo nos volveremos a ver?

 

 

- Pronto, lo prometo. Me caes bien, créeme podemos ser grandes amigos.

 

 

- Por supuesto, nada me agradaría más – Esa palabra me destrozó. La palabra “Amigos” no era precisamente la que yo quería escuchar –

 

 

- De acuerdo – Sonrió – Entonces, chao. Nos vemos… – Dudó por un segundo – pronto – Sonrió de nuevo y se fue a un paso un poco acelerado –

 

 

         Sonó el timbre de entrada precisamente al tiempo que “Ella” había desaparecido, no me había percatado de que ya había estudiantes en el aula. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo hace que me respiración se corte cada vez que está cerca? ¿Cómo hace para que mi mente y mi cuerpo se relajen a tal punto de que me olvide de lo que me rodea? ¿Cómo hace para que me sienta vacio si no la tengo a mi lado? Todas eran excelentes preguntas, pero todos tenían algo en común… ¿Cómo lo hace? ¿Sería un don que poseía? Ya que no solo era hermosa, si no era amigable, cariñosa, segura de sí misma, y no necesita de nadie más. Pero sobretodo, era hermosa.

 

 

         De pronto, alguien se sentó en la mesa que me hallaba. Precisamente a mi izquierda, esta persona me hizo sobre saltar y perdí el hilo de mis pensamientos.

 

 

- Hola, señor perdido.

 

 

- Hola, Emily – Volteé y la observé sonreírme, pero no era ni una pequeña parte de la sonrisa de “ella”. No me hacía sentir ni una cuarta parte de lo que me hacía sentir la de “ella” –

 

 

- ¿Preparado para la química? – Dijo con una sonrisa de oreja a oreja –

 

 

- Espero que lo esté – Dije un poco desanimado al percatarme de que no trabajaría con “ella” –

 

 

- ¿Te ocurre algo? – Dijo mientras se quitaba unos mochones de cabello de la cara con su  mano izquierda y me veía un con un gesto de preocupación –

 

 

- ¿Ah? No, no, me encuentro bien – Dije con desánimo –

 

 

- ¿Seguro? – Me presionó –

 

 

- Si, tranquila Emily – Dije mientras sacaba mi cuaderno y mi portaminas de mi bolso –

 

 

- Si es por lo del sábado, de verdad discúlpame, de verdad yo no quería… – La interrumpí –

 

 

- Tranquila Emily, no es por ti – Dije mientras la veía e intentaba sonreírle agradablemente –

 

 

- Bueno, si no me quieres decir que te ocurre, no puedo hacer nada – Dijo dándose por vencida y de una manera no muy agradable, luego me fijé que comenzó a sacar sus útiles –

 

 

- ¿Cómo está tu papá? – Dije para no parecer tan grosero, ya que no la estaba tratando del todo bien –

 

 

- No muy bien, está hospitalizado por que le parece… - Arrugo unas facciones de su cara – Esta herido – Dijo algo desanimada –

 

 

- ¿Qué le paso? – Dije  intrigado -

 

 

- Sufrió un accidente y perdió mucha sangre – Dijo esquivando mi mirada, al aprecer no quería que viera sus ojos –

 

 

- ¡Oh! – Dije algo alarmado - ¿Pero está fuera de peligro?

 

 

- Si, al parecer todo estará bien – Sonó más como si tratara de darse esperanzas a sí misma, pero no parecía dar resultado –

 

 

- Espero – Ya no sabía que decirle sobre el tema –

 

 

         Observé como Emily entró en una pequeña depresión debido al tema tratado, pero con lo poco que la conocía, sabía que ella era optimista y nunca perdía las esperanzas. Ojalá mejorase su padre, ya que me resultaba algo incómodo y triste verla así.

 

 

- Bueno días, alumnos – Dijo el profesor Gerald Gallucci –

 

 

         No pasó mucho tiempo antes de recordar el favor que “ella” me había pedido. Bajé la mirada y observé frente a mí el cuaderno rosado que “ella” me había dado. Lo contemplé por unos momentos, buscaba algo en la solapa, pero no sabía que era. Abrí el cuaderno y en la primera página decía en una letra corrida y legible “Gabriella Manzini”. Me quedé paralizado ante aquel descubrimiento.

 

 

- Así que estuve hablando todo este tiempo con esa tal Gabriella – Dije entre dientes, en un tono casi inaudible –

 

 

- ¿Me dijiste algo? – Dijo Emily rompiendo el hilo de mis pensamientos por segunda vez –

 

 

- No, lo siento por distraerte – Dije impactado aún por haber descubierto el nombre de “ella” –

 

 

- Tranquilo – Dijo mientras volvía a prestar atención al profesor –

 

 

         Yo, en cambio, me volví a sumergir en mis pensamientos. Si, ella era Gabriella, la supuesta “novia” de Ryan Growney y yo le había contado todo sobre lo que me pasó con él ¿Cómo lo habrá tomado? ¿Le habrá molestado algo? Espero que no. No quería permanecer lejos de ella, y una discusión no era lo más indicado en estos momentos, de solo pensar que podía perder contacto con ella por una tonta discusión hacia que me diera un puntazo en la boca del estomago, pero si se hubiera molestado de seguro no hubiera hablado conmigo hace unos momentos.

 

 

         Gabriella era tan hermosa, simpática y amable como la había descrito Brandon aquella vez, pero yo diría que su descripción se quedo corta. Si, es verdad que yo me esperaba a una chica hermosa, pero no de tal magnitud. Su tez pálida hacia un hermoso contraste con su pelo marrón, el cual a su vez hacia resaltar sus ojos verdes de una manera increíble.

 

 

         Me puse de pie, y me dirigí hacia donde estaba ubicado el Prof. Gallucci, el cual se encontraba concentrado buscando, al parecer, algún documento, ya que husmeaba entre hojas.

 

 

- Esto se lo envía la señorita Gabriella – Extendí la mano en la cual sostenía el cuaderno para entregárselo. El levanto su cabeza para observarme, y me dedicó una mirada la cual mostraba asombro ante lo que dije –

 

 

         Esa mirada la interpreté de dos formas. La primera cosa que me dio a entender fue que se sorprendió de que Gabriella Manzini le hablara alguien tan poca cosa como yo, y la segunda opción, a la cual me aferré, fue que se sorprendiera que alguien tuviera el cuaderno de ella, ya que según las personas, ella no convivía con nadie.

 

 

- Muchas gracias, señor Sullivan – Tomo el cuaderno y prosiguió con su búsqueda – ya puede tomar asiento.

 

 

         Me dirigí a mi puesto y vi como Emily me observaba como si fuera un desconocido, pero sabía que en ese preciso momento no era yo, me sentía extraño, sorprendido del efecto que causaba el nombre y la presencia de Gabriella y Ryan en ese colegio.

 

 

 

 

 

 

 

 

         Tan pronto sonó el timbre de salida de la última clase corrí al estacionamiento para ver si me encontraba con Gabriella. Busqué rápidamente con la mirada pero no tuve suerte. Me dirigí a mi auto ya sin muchos ánimos y algo deprimido por no encontrar los resultados que quería. Caminaba con la mirada clavada en el suelo y cuando estuve un poco más cerca de mi coche levanté la mirada. Y, para mi sorpresa, Gabriella estaba apoyada sobre el capó de mi auto.

 

 

- Lindo auto – Dijo sonriendo, lo cual ya no me extrañaba, pero sin embargo esa perfecta sonrisa seguía causando la misma reacción que la primera vez que la vi –

 

 

- Gracias – Dije mientras me acercaba a la puerta del piloto y la abría para introducir mi bolso. Y a continuación, me quedé contemplándola –

 

 

         Cerré la puerta y me apoyé también en el capó de mi auto. Justo a su lado izquierdo.

 

 

- ¿Le entregaste el cuaderno al profesor Gallucci? – Dijo mientras giraba su cabeza para observarme –

 

 

- Por supuesto, Gabriella – Dije dejándole ver que conocía su nombre y la vez volteaba para ver su reacción –

 

 

- Así que lo viste – Dijo mientras me miraba con sus hermosos ojos verdes –

 

 

- Si, tu cuaderno te delató – Intenté bromear con ella –

 

 

- ¡Rayos! – Se puso una mano en la frente intentando fingir torpeza – No le diré más nada, es muy charlero ese cuaderno –

 

 

- Si, tiene que aprender cuando callarse – Sonreímos y nos reímos un poco los dos a la vez –

 

 

- Gabriella – Dijo una voz ronca frente de mi –

 

 

         Volteé y me quede paralizado en donde me hallaba, era Ryan ¿Cómo no haber pensado antes en esto?  Si me involucraba con Gabriella, eso incluía a Ryan, ahora si estaba en problemas.

 

 

- Creí que tenias claro que cero charlas con el nuevo – Dijo con su voz severa –

 

 

- Me parece tonto, de verdad – Dijo Gabriella poniendo tono de discusión –

 

 

- Ry… – No me dio chance de hablar –

 

 

- Tranquilo Liann, no tienes que decir nada – Dijo Gabriella mientras fulminaba con la mirada a Ryan –

 

 

- Nos vamos – Giró hacia su izquierda y Gabriella se separo del auto y giró para quedar frente de mi –

 

 

- Lo siento, Liann. Pero Ryan está algo estresado por los problemas esos que mencioné – Me demostró completa sinceridad tanto en su rostro como en el tono de voz –

 

 

- Tranquila – Dije algo molesto –

 

 

            En ese momento Ryan volteo para fulminar con la mirada a Gabriella y a luego a mí.

 

 

- Tranquilo no lo sabe – Dijo con estrés, como si se hubiera dado cuenta de que el la miraba, y luego viéndome a los ojos añadió - Nos vemos – Dió media vuelta y siguió a Ryan. Se montaron en su Mustang GT –

 

 

         Me deje llevar por la ira que había retenido en la presencia de Gabriella, ya que no sabía si ella toleraría que yo discutiera con Ryan, al parecer eran o muy buenos amigos, o unos excelentes novios. Fuese lo que fuese Ryan la tenía bajo su control. Tenía que hacer algo, Gabriella no podía estar con alguien así.

 

 

         Entré en el auto y cerré de un portazo, encendí el motor de mi Chevy y espere a mi hermana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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