Libro: The Eyes
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La Escena del Crimen.
 
 
 
 
                Abrieron la puerta de la habitación bruscamente y desperté. Gabriella había entrado a la habitación y tomó las llaves que estaban sobre la mesa para luego retirarse, me incorporé rápidamente e intervine.
 
-¡Ey! ¿Qué ocurre? – Estaba algo nervioso debido a todo aquel movimiento –
 
- Ryan quiere ir a casa de su hermano, no permitiré que vaya.
 
- ¡Espera! – La tomé por el brazo aunque fuera inútil, ya que si ella quería se zafaría – Es normal que lo quiera hacer Gabriella, su hermano acaba de morir allí.
 
- ¿Y si es una trampa Liann? Frank conoce a Ryan a la perfección y está un paso más adelante que nosotros, él podría estar esperándolo allí con los demás vampiros.
 
- No es así – Traté de convencerla –
 
- ¿Cómo puedes estar seguro? – Su mirada penetrante y oscura me hizo pensar dos veces mis posibles respuestas –
 
- Iré contigo – Busqué la camisa que me quitó Gabriella en la madrugada mientras dormía y me la puse. A continuación corrí a la camioneta de Fred, la cual seguía estacionada donde la dejamos la noche anterior y entré a esta –, sabes que si es una trampa no tenemos posibilidades.
 
- Lo sé.
 
- ¿Y qué haremos si es una trampa? – Pregunté -
 
- No lo sé…
 
                Se me ocurrió una locura aparentemente imposible, pero quizás había la posibilidad de que Gabriella aceptara.
 
- ¿Y si me conviertes en vampiro?
 
- ¿Qué?
 
- Tendríamos mayor oportunidad, y yo podría luchar.
 
- No lo sé Liann… - Dudó por un momento –
 
- Sé que no quieres que sea de esta forma, pero es por salvarnos el pellejo.
 
                Con cara entristecida se acercó a mí y me besó. Luego bajó sus labios a mi cuello, un escalofrió hizo que me estremeciera, pero me percaté de que Gabriella puso su frente en mi hombro.
 
- No debe ser así Liann – Se separó y se recostó en el asiento –
 
- Pues si no quieres, por lo menos démonos prisa, Ryan ya debe haber llegado – Gabriella asintió y aceleró a fondo –
 
                Recorrimos el trayecto de manera veloz, pero el terror me hacía sentir que pasaron horas antes de llegar. Como la vez anterior, el trayecto fue silencioso pero muy angustiante y sabía que Gabriella se sentía igual.
 
                Llegamos a nuestro destino y al frenar el carro frente a la casa de Fred se deslizó un poco debido a la velocidad en que veníamos, las puertas seguían igual que cuando nos fuimos. No había rastro de Ryan por ninguna parte, y después de apagar el motor el silencio fue sepulcral. Gabriella se quedó en el vehículo al igual que yo, pero ya estábamos allí, así que intenté bajar del auto. Gabriella me tomó de la muñeca para impedir que lo hiciera.
 
- Ya estamos aquí – Gabriella se limitó a asentir y a continuación se bajó de la camioneta con cara de angustia –
 
                Ella tomó la delantera, llegó al rellano de la puerta y no se movió, su cara era de dolor, y temí lo peor.
 
- Gabriella ¿Qué ocurre?
 
Entró en silencio a la casa y yo me apresuré a seguirla. Pero cuando entré pude respirar tranquilo, Ryan estaba completo y de pie, estaba parado en la entrada de la cocina sin mostrar señal alguna de vida, parecía una estatua. Gabriella le puso su mano en el hombro y el giró a verla.
 
- Aquí murió ¿Verdad? – Preguntó este con voz seca, y Gabriella se limitó a asentir una vez de manera cautelosa –
 
                Ryan se adentró a la cocina y cruzó a la derecha, se agachó y tomo un objeto, se acercó a la mesa donde murió Fred y noté que en su mano tenía un objeto metálico. No fue hasta que lo levantó a la altura de su pecho y se quedo viéndolo, que me percate de lo que era. Agarró un paño y limpio el cuchillo  con que Frank había matado a su hermano, luego de manera detenida lo guardó en el interior de su chaqueta, se rascó la nariz y subió a la segunda planta de la casa apresuradamente. Estaba aliviado y a la vez aterrado, pero me sentía a salvo. Suspiré y me acerqué a Gabriella para tomarla de la mano y ella me abrazó, cuando nos separamos volteé a ver las escaleras y escuché unos sonidos provenientes del piso superior. A continuación Ryan bajó con una bolsa negra que cargaba con su mano derecha y la apoyaba en su espalda y con su mano izquierda traía un retrato en pintura grande, en el cual aprecian dos niños y una niña, el de la izquierda era un niño rubio, delgado, y era el de la estatura media; a la derecha estaba un muchacho un poco más alto de cabello tan oscuro como la noche y tenía un tez pálida; y en medio de esto dos había una muchacha de cabello castaño muy parecida a Gabriella, esta era mucho más pequeña que los otros dos muchachos. Enseguida entendí que se trataban de Fred, Ryan, y Martha.
 
                Ryan salió de la casa y nosotros los seguimos, no me había percatado de que la camioneta de Fred era el único vehículo estacionado afuera de la casa. Este colocó las cosas en el maletero de la camioneta para luego quitarle las llaves a Gabriella y encenderlo. Entramos en el auto, yo estaba en los asientos traseros mientras Gabriella subió al del copiloto.
 
- ¿Qué trajiste? – Preguntó Gabriella con un tono dulce –
 
-  Cosas de Fred, y otras que eran mías.
 
- Ah… - Dijo Gabriella casi para sí misma –
 
                Al llegar a casa, Ryan sacó los objetos que había traído y entró a  la oficina donde yo había charlado con él. Me hallaba en la sala junto a Gabriella como si esperáramos algo.
 
- ¿Ese cuarto qué es? – Pregunté a Gabriella –
 
- Es como un cuarto… Mmm… Personal, es como su oficina. Allí veía los juegos de Fútbol Americano con su hermano, también se encerraba a pensar, a veces pasaba noches enteras allí, también ha escrito algunos libros – Se explicó Gabriella -
 
- ¿Qué crees que haya en la bolsa? – Tenía curiosidad –
 
- No sé, supongo que objetos viejos, o cuadros pequeños – Gabriella seguía con los ojos oscuros, pero sin embargo se le habían aclarado un poco desde la muerte de Fred -.
 
                Ryan salió con unas camisas color beige algo desteñidas en la mano, y se largo de la casa. Gabriella lo siguió, yo en cambio esperé adentro y me senté en uno de los sofás. A los pocos minutos Gabriella entró despreocupada, lo cual me pareció un poco raro debido a todo lo que había pasado hasta el momento.
 
- ¿No tienes hambre? – Preguntó Gabriella –
 
- La verdad es que sí – No me había fijado en el hambre que tenía debido a lo distraído que anduve ese día –
 
- Pues vamos, cocinaré algo – Se dirigió a la cocina y yo la seguí –
 
 
 
 
                Era tarde y Ryan no había salido de su oficina, Gabriella y yo lo habíamos esperado en la sala para charlar un rato pero nunca salió. Al ver que esto pensamos en entrar, pero ninguno se atrevió ni siquiera a tocar la puerta, así que al final decidimos ir a dormir. Subimos a la habitación de Gabriella y esta fue por un pijama de Ryan, trajo un par de monos de dormir y varias franelillas.
 
- En el baño hay una toalla naranja para tí, escoge la ropa que desees – Dijo Gabriella –
 
- Pareces mucama con tanto formalismo – Sonreí, pero esta me aventó directo a la cara el mono de dormir seguido de la franelilla –
 
- ¿Y así?
 
- Me gustaba más la mucama – Los dos sonreímos por un momento y luego nos besamos –
 
                Tomé una ducha de agua caliente y Gabriella me esperaba en el cuarto, traté de relajarme lo mejor posible con esa ducha, y funcionó. Me hallaba un poco más calmado, pero era imposible no pensar en Fred y que no me doliera.
 
Me puse un bóxer y mis pantalones de dormir, pero dejé mi torso descubierto. No me gustaba dormir con camisetas ni nada parecido. Al abrir la puerta desperté a Gabriella la cual se había dormido mientras me bañaba.
 
- Lo siento, no sabía que dormías – Esta sonrió –
 
- Tranquilo.
 
                Coloqué la ropa sucia en un cesto, y me introduje en la cama junto a Gabriella, luego de arroparme nos vimos fijamente por unos segundos, ella sonrió y me dio un beso corto pero exquisito.
 
- Te amo Gabriella – Dije casi como un susurro –
 
- Y yo a ti, Liann.
 
                Nos besamos una vez más, pero esta vez,  el ritmo de nuestros besos fue subiendo. Pero nos interrumpieron cuando alguien tocó la puerta, no separamos rápidamente tratando de disimular, pero nadie entró, Gabriella suspiró.
 
- ¿Qué pasó? – Pregunté – ¿Por qué no pasa?
 
- No va a pasar, siguió de largo, solo tocó la puerta porque el escucha todo – No lo podía creer, me sentía incómodo, sentí como la sangre se me fue hasta a los cachetes y me sonrojé -, ahora entiendes porque paré en casa de… - No pudo terminar de hablar -.
 
- Eh… Sí, tranquila.
 
- Descansa Liann, debes estar agotado.
 
- Sí – Aun no podía hablar con comodidad, sabía que Ryan nos escuchaba. Gabriella lo notó y sonrió -
 
- Tranquilo, sabe cuando no escuchar – Me dio otro beso corto, y a continuación me abrazó –
 
                No podía creer que ya llevaba dos días continuos durmiendo con Gabriella, y a decir verdad era lo mejor.
                

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